martes, octubre 19, 2010

Una nueva Conciencia despierta

Josep Baqués, "Perfil amb fruites"


Una nueva Conciencia está despertando, un cambio sustancial a nivel interno que nos impulsa a modificar nuestros puntos de vista, a rever todo, a descartar viejos paradigmas, a revaluar nuestros propios conceptos y condicionamientos culturales, y en este cambio tan profundo es vital reconsiderar uno de nuestros actos más básicos: comer.
Es fundamental comprender que somos lo que comemos. Realmente, todo lo que ingerimos, sea lo que sea, formará parte de nosotros, la calidad de nuestros alimentos creará la calidad de nuestros pensamientos.
A lo largo de la evolución humana el individuo ha tenido que adaptarse a las diferentes opciones alimentarias para poder sobrevivir, de este modo el ser humano se ha convertido en un omnívoro. Si bien nuestro aparato digestivo se acerca más al de los herbívoros que al de los carnívoros, nos es posible digerir todo tipo de alimentos. Por lo tanto, en este momento de nuestra evolución sólo nos resta considerar que dejar de comer carnes y productos derivados del sufrimiento animal se trata casi exclusivamente de una cuestión ética. Cada ser viviente debe consumir otras formas de vida para sobrevivir, sin embargo, hoy en día tenemos la opción de poder elegir lo que comemos causando el menor dolor posible.
Hoy la decisión de la calidad de la alimentación es personal y sobre todo, un acto de conciencia. Sabemos que podemos vivir perfectamente sin comer carnes; sabemos cómo reemplazarlas correctamente para que no nos falten nutrientes y comenzamos a ser conscientes cada vez más de los efectos que ejercen los diferentes alimentos sobre nuestros estados de ánimo.
Es nuestro deber ético plantearnos qué y cómo comemos. Quien come carnes es responsable de la violencia que se ha desarrollado para que ese alimento llegue a su mesa; afortunadamente, cada día somos más quienes hemos encontrado allí un motivo de cambio.
¿Por qué dejar de comer carne? En principio, para evitar causar más daño y sufrimiento injusto a nuestros hermanos, los animales, llegando a comprender el dolor que generamos con cada derramamiento de sangre innecesaria y comprendiendo que ingiriendo ese dolor nos volvemos cómplices.
Es evidente, entonces, que mucho más allá de un tema de salud, ser vegetariano es un acto de amor, de respeto, de no violencia.
Mientras los seres humanos sigamos matando seres inocentes para comer cuando no hace ninguna falta, nuestra especie encontrará un fuerte escollo en su evolución.