sábado, septiembre 25, 2010

Las Aves han nacido para ser Libres (Paola Giardina)

En nuestro reciente viaje a Misiones tuvimos la suerte de apreciar muchas bellezas naturales: la selva, voluptuosa, las hermosas cataratas, el majestuoso río, las mariposas multicolor, las flores y la vegetación en pleno auge con esta incipiente primavera, la tierra colorada, muchas aves en vuelo, los monos en comunidad, saltando libres de rama en rama, etc.

Pero también tuvimos la mala suerte de ser testigos de un zoológico de aves. En Foz de Iguazú (Brasil) existe algo llamado "Parque das Aves", un sitio muy promocionado que "engañosamente" no menciona en su publicidad que se trata de un grupo de jaulas con aves en exposición.

Fuimos allí y pagamos la entrada pensando que se trataría de un gran parque con aves sueltas en los árboles, conviviendo pacíficamente, pero lamentablemente nos encontramos con una serie de jaulones llenos de papagayos, tucanes, loros y demás aves que nunca antes habíamos visto más que en fotos.

Nos causó mucha tristeza verlas allí, la mayoría de ellas encerradas en grandes jaulones, tristes, sujetas al lucro del ser humano, al que no le importa nada sobre su naturaleza: las aves han nacido para ser libres, para volar, para migrar, para posarse sobre los árboles e ir de rama en rama, de árbol en árbol como mejor les convenga, hacer sus nidos, buscar su alimento, reproducirse, adaptarse al medio, en fin... vivir como aves.

Cerca de la entrada, un empleado tenía varios papagayos sueltos, cosa sorprendente. Todos allí quietitos, como en un cuadro. En un momento, nos preguntamos porqué no volaban, porqué no escapaban... De golpe, uno de ellos cae al piso desde una altura de 1 metro y medio, y no puede volver a subirse a su tronco. Camina tambaleándose y el empleado lo toma y lo vuelve a posar sobre la rama. Yo observaba sin comprender, y Andre se dio cuenta de que no podían volar, de que estaban allí con alguna parte de sus alas cercenada, para quedarse quietos sobre un tronco y permitir que este muchacho los tomara, una y mil veces por día, los posara sobre el hombro de los visitantes, niños en su mayoría, y así las familias felices se fotografiaran con semejante belleza de ave tal vez por única vez en su vida. Nos indignó darnos cuenta de ese maltrato.

Luego no pude evitar acariciar la cabecita de un loro amarillo y verde muy pequeño, que con cara triste se acercó saltando de ramita en ramita hasta la reja y colocó su cabeza cerca del alambrado en busca de cariño, eso sentí yo. Y lo acaricié un rato, mientras Andre meneaba la cabeza preocupada. Sentí que con eso le daba algo bueno, tal vez me equivoque, pero lo sentí tan solo... Perdón! Perdón! Perdón por no haber podido abrirte la puerta para que huyas lejos de allí pequeñín!


Toda la caminata, que duró dos horas, sentimos pena, sentimos que estábamos casi en un infierno, incapaces de actuar, impotentes ante ese tipo de organizaciones que son bastante poderosas y se reirían de nosotras si protestáramos en forma particular.

En otra jaula grande había muchos colibries de distintos tipos, que volaban hacia arriba y se golpeaban las alas intentando escapar ante la cantidad de gente que los asustaba...era tan triste verlos volar hacia arriba y chocar contra el alambrado delgado que los distanciaba del cielo.

¿Saben si existe alguna asociación en contra de los zoológicos, en contra de estos lugares de encierro y exposición de animales solo para el placer y enriquecimiento del ser humano? Si existe esa asociación, con Andre ya queremos formar parte, hacer algo para terminar de una vez por todas con estas jaulas antinaturales.


Lágrimas acudieron a nuestros ojos desde el principio, mientras veíamos y no podíamos creer la existencia de tal lugar, y nosotras allí, lo peor! Qué ilusas! Parque de aves sueltas, dónde se ha visto! Desde ya, no nos gustan para nada los zoológicos, y esto fue el colmo! Encima de todo nos sentimos culpables, cómplices por haber ido, por ser testigos mudas e impotentes... la gente allí gritando a las aves en su cara como si fuera una feria... tanto stress, pobres animales! Si ellos pudieran oírme, desde aquí quisiera hacerles llegar mis disculpas por este encierro. Si pudiéramos, abriríamos todas esas jaulas para que sean LIBRES ya! ¿Existe mayor crueldad que la de algunos seres humanos? Paola Vanesa Giardina