martes, febrero 01, 2011

Frida Kahlo en traje tehuano con sus perros itzcuintles


Frida Kahlo no fue la Frida que a todo el mundo atrae e inspira hasta que a finales de los años 20 -después de recuperarse a duras penas de su horrible accidente- siguió el consejo de Diego Rivera de vestirse con trajes tradicionales mexicanos. Así no sólo se ayudó a sí misma a acomplejarse menos por su pierna poliomielítica más delgada, sino que a base de orgullo y coquetería hizo de su cuerpo una obra de arte viviente, construyendo su propia estética, icónica y legendaria, e inseparable de su arte como lo era toda su vida cotidiana. El traje regional de tehuana tiene su origen entre Oaxaca y Chiapas, al sur de México, y está formado por dos piezas de satén o terciopelo con flores bordadas. Son el huipil (blusa) y la falda larga. Los bordados varían en complejidad dependiendo de si se trata de un traje de boda o gala, o de un traje de diario; en este último los motivos son más sencillos. Frida se sentía muy apegada a la gente humilde y al pasado indígena de México. Vestirse a la manera tradicional reafirmaba esos sentimientos, al igual que rodearse de arte precolombino o de perros prehispánicos Xoloitzcuintli. En las fotos de Lola Álvarez Bravo tomadas en 1944 aparecen los dos llamados Señora y Señor Xólotl. Los perros itzcuintles son habitualmente pelones y se distinguen por su carácter alegre, simpático y juguetón. Frida les tenía tanto cariño que se autorretrató varias veces con ellos e incluyó a sus pies al Señor Xólotl en su magnífico Abrazo de Amor al Universo (1949), así como en el propio título del cuadro. Obviamente que -a pesar de su comunismo radical- los chinos aficionados a la carne de perro no debían ser santos de su devoción. El Museo de la Luna